Archivo de la etiqueta: CUNA

UNA CANCION DE CUNA

Autor: Profr. Florencio Rendón Guajardo

Del Libro: Renuevos de Vida

 

-¿Con quién hablabas hijo?

-Con la señora que me quiere mucho- Ramiro se sorprendió con la respuesta de Blasito, su hijo de cinco años de edad, pues en aquel aposento no había nadie más que él y el pequeño; no obstante, hubiera jurado que había escuchado su voz.

-¿Qué señora, mi amor?

-Una señora que es muy buena y que viene todos los días a verme.

-¿Cómo llega a tu recámara?-Le pregunta Ramiro intrigado-¿Por dónde entra?

-No lo sé Papi, cuando la veo ya está aquí, sentada en mi cama: me besa, me acaricia y me arrulla en sus brazos.

-¿Y por dónde se va?

-Tampoco lo sé, cuando despierto ya no está.

-¿Cómo es ella?

-Es muy bonita…Tiene el pelo largo, que brilla como el oro y sus ojos son verdes como los míos…A veces, cuando me besa, llora y si alguien viene, se va borrando hasta que dejo de verla.

-¿Te da miedo?

-No, al contrario, no quisiera que se fuera… Yo también la quiero mucho.

Ramiro sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, la descripción que Blasito hacía de aquella mujer, correspondía fielmente a la descripción de Elsa, su esposa, quién muriera víctima del cáncer, cuando el niño era apenas un bebé de ocho meses de edad.

-¿Desde cuándo viene esa señora a verte, m´hijo?-

Le preguntó, lleno de ansiedad, tratando de confirmar sus sospechas.

-¡Uh, Papi!, siempre ha venido a verme, desde que era yo chiquito…Me cuenta cuentos muy bonitos y luego me canta una canción que me gusta mucho, hasta que me duermo.

-¿Cómo es esa canción, cariño?- El niño empieza a tararear una melodía que acaba de inquietar a Ramiro…Era la canción que Elsa le cantaba al pequeño para arrullarlo.

Días después el pequeño hurgaba entre los libros que su padre guardaba en un estante. Ahí encontró el álbum de fotografías de la familia y se puso a hojearlo, nunca antes lo había visto, pues desde que Elsa muriera, Ramiro lo había escondido para no revivir el pasado.

-¡Mira Papi!- Exclamó de pronto Blasito-¡Esta es la señora que viene a verme!- Nervioso Ramiro se acerca al niño, mientras éste, regocijado, señala con un dedito a una hermosa mujer que en la foto se encuentra junto a su padre…! Sí , era ella, la madre del pequeño!. Ramiro se quedó estupefacto, desconcertado; no podía asimilar así de pronto, lo que estaba ocurriendo…! No era posible! Sintió una horrible sacudida. Blasito, sin concederle importancia a lo que sucedía, cerró el álbum y alegre salió de la habitación. Ramiro se desplomó en un sillón; su mente confusa empezó a cavilar: He descuidado mucho a mi hijo, con el pretexto del mucho trabajo y la falta de tiempo, no he sabido darle el cariño que necesita.

Los niños son insaciables en cuanto al amor; siempre están ávidos de afecto, de ternura, de mimos, y yo, egoísta, me he encerrado en mi mismo, compadeciéndome de mi dolor… ¿Cómo he podido desampararlo cuando más me necesita?…Ella ha venido a darle ese amor que yo le he negado. Lleno de remordimientos, va en busca del pequeño; lo encuentra en el patio de la casa, solitario como siempre, jugando con sus carritos y platicando con sus amiguitos imaginarios; lo toma en sus brazos, lo estrecha con fuerza, lo besa una y otra vez y muy quedo le dice al oído:

-Perdóname mi vida, por no haber sabido comprender lo mucho que te quiero… !Que solo debes haberte sentido, sin tu madre y sin mi cariño!…!Pero nunca más vas a volver a estar solo, te lo juro!-El niño lo mira extrañado, no alcanza a comprender qué es lo que le sucede a su padre.

-Papi, ¿Por qué estas llorando?-Le pregunta con candor.

-Porque te quiero mucho, mi amor.

-¿Y cuando uno quiere a alguien, llora?

-A veces, mi cielo…Cuando le duele el alma.

Ramiro, queriendo compensar a su hijo por el abandono en que lo había tenido, se dedica íntegro a él… No más horas extra en su trabajo; no mas compromisos que lo alejaran de la criatura; no mas nodrizas ni pilmamas; sería un padre de verdad para su hijo…Todo un padre.

Años después, cuando Blasito había cumplido ya los doce, comentó un día con su padre:

-Papi, recuerdo que cuando yo era muy pequeño, venía mama todas las noches a arrullarme…¿Fue un sueño, verdad?

– Si , hijo, fue un sueño muy hermoso; consérvalo por siempre en tu memoria.

Sueño y realidad se funden con frecuencia en nuestra vida, unas veces para hacernos reflexionar, otras, para recordarnos un deber con el que no hemos cumplido…Lo cierto es que de una o de otra manera, nuestros seres queridos que ya se han ido, siguen amándonos y velando por nuestra tranquilidad…por nuestra felicidad.